Penitente Hermandad de Jesús Yacente

La Penitente Hermandad de Jesús Yacente constituye una de las cofradías más sobrecogedoras y emocionantes de la Semana Santa de Zamora. Fundada en 1941, esta joven hermandad logró convertirse desde su primer desfile en un referente absoluto de la Pasión zamorana, destacando por su profundo carácter penitencial, su sobria austeridad y la recreación de un entierro humilde que conmueve a cuantos lo presencian.

Procesión de Jesús Yacente en Zamora durante la Semana Santa
Procesión de Jesús Yacente en Zamora durante la Semana Santa. Foto de Antramir, Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0).

La procesión de Jesús Yacente transcurre en la noche del Jueves Santo, en un ambiente de absoluto silencio apenas roto por el tintineo de las campanillas del viático, el roce de las pesadas cruces de madera sobre el empedrado y el golpeteo rítmico de los hachones. Cientos de hermanos vestidos de blanco acompañan la imagen de Cristo Muerto, portada en sencillas parihuelas cual entierro de un hombre pobre de Castilla, creando una estampa de extraordinaria fuerza visual y espiritual.

El momento culminante del desfile tiene lugar en la Plaza de Viriato, donde más de doscientos hermanos entonan el Miserere, un cántico compuesto por el Padre José María Alcacer que se ha convertido en uno de los actos más emblemáticos y reconocidos de la Semana Santa española. Este instante de siete minutos de duración, retransmitido en directo por televisiones y radios nacionales e internacionales, congrega cada año a miles de personas que quedan sobrecogidas por la belleza y profundidad de este rezo coral.

La Hermandad de Jesús Yacente representa la esencia del recogimiento, la penitencia y la devoción sincera. Su procesión, que mantiene prácticamente inalterada la estructura de su primer desfile en 1941, es un testimonio vivo de cómo la tradición, la fe y la sencillez pueden crear uno de los momentos más conmovedores del calendario litúrgico español.

Fundación y trayectoria histórica

La historia de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente comienza en circunstancias casi providenciales. A principios de 1941, la imagen de un Cristo Yacente fue descubierta abandonada en la iglesia de la Concepción de Zamora, donde había permanecido olvidada durante años. Esta magnífica talla del siglo XVII, obra de Francisco Fermín —discípulo de Gregorio Fernández—, había formado parte de la capilla funeraria que la familia Enríquez poseía en el desaparecido convento de los dominicos.

El hallazgo de la imagen despertó de inmediato la devoción de un grupo de jóvenes zamoranos, en su mayoría pertenecientes a la rama juvenil masculina de Acción Católica. Tres personas destacan como promotores de la nueva hermandad: Antonio Alonso Fernández (sacerdote), Ramón Amigo Adánez y especialmente Dionisio Alba Marcos, quien se convertiría en figura fundamental en la consolidación de la cofradía.

La respuesta entusiasta de la juventud zamorana fue extraordinaria. En apenas treinta y seis días desde el descubrimiento de la imagen hasta la celebración del primer cabildo mayor, se inscribieron ciento once personas. La hermandad quedó oficialmente constituida el 11 de marzo de 1941, y tan solo un mes después, el 10 de abril de 1941, tuvo lugar su primera procesión en la noche del Jueves Santo.

Desde ese primer desfile, la cofradía se convirtió en un acontecimiento extraordinario que cautivó a Zamora. La prensa local de la época recogió el impacto de aquella primera salida procesional: «El Correo de Zamora» afirmaba que la hermandad «ha venido a llenar un vacío de la Semana Santa y a realzarla de manera notable», mientras que destacaba que «Zamora puede mostrarla orgullosa a España y al mundo, pues destaca de todas de manera singularísima».

El carácter penitencial y austero de la procesión quedó definido desde sus inicios. Los fundadores decidieron inspirarse en los entierros humildes de los pueblos castellanos: Cristo portado en sencillas parihuelas, cubierto con un simple sudario blanco, escoltado por cuatro velones rojos y acompañado por los cofrades en completo silencio, recreando el entierro de un hombre pobre seguido por sus vecinos.

En 1952 se produjo una incorporación fundamental que transformaría la procesión en el acontecimiento que hoy conocemos: el canto del Miserere en la Plaza de Viriato. Esta composición del Padre José María Alcacer se interpretó por primera vez en 1953 bajo la dirección de don Jerónimo Aguado González, con un modesto coro de dieciséis voces. Aquel momento inicial se ha convertido con el paso de las décadas en uno de los iconos más reconocibles de la Semana Santa española.

A lo largo de su historia, la Hermandad ha recibido numerosos reconocimientos. En el 50º aniversario de su fundación (1991), el Cabildo Menor viajó a Roma donde fue recibido en audiencia general por Su Santidad el Papa Juan Pablo II, quien aceptó ser nombrado Hermano de Honor de la cofradía. En el 75º aniversario (2016), el Hermano Mayor se encontró con Su Santidad el Papa Francisco en audiencia general en Roma, renovando los vínculos de la hermandad con la Santa Sede.

Actualmente, la Penitente Hermandad de Jesús Yacente cuenta con aproximadamente 1.300 hermanos, entre hermanos de fila y hermanos eméritos. La cofradía está presidida por un Hermano Mayor —siendo el actual el primer seglar en ocupar este cargo—, quien dirige el Cabildo Menor formado por unos diez hermanos más el capellán, asistidos a su vez por el Consejo de Hermandad. Esta estructura de gobierno tiene la misión de organizar las actividades anuales y velar por el cumplimiento de los estatutos.

Sede canónica

La Iglesia de Santa María la Nueva es la sede canónica de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente, siendo desde donde parte la procesión cada noche de Jueves Santo. Este templo románico, edificado en la primera mitad del siglo XII, constituye uno de los conjuntos arquitectónicos más enigmáticos y valiosos del patrimonio zamorano.

Vestimenta penitencial

El hábito de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente destaca por su sobriedad y simbolismo, diseñado para reflejar la humildad, la penitencia y el recogimiento que caracterizan a esta cofradía. La indumentaria, que apenas ha sufrido modificaciones desde 1941, constituye uno de los elementos más reconocibles de la Semana Santa zamorana.

Los hermanos visten túnica y caperuz de estameña blanca, un tejido rústico y austero que evoca la sencillez de los hábitos monacales. El caperuz es especialmente largo, alcanzando aproximadamente 90 centímetros de altura, lo que confiere a los cofrades una silueta estilizada y solemne que resalta en la oscuridad de la noche.

La túnica presenta faja y ribetes de color morado, simbolizando la penitencia y el luto. Los puños también llevan motivos morados que complementan la sobriedad del conjunto. Los hermanos cubren sus manos con guantes blancos, acentuando el carácter formal y respetuoso del desfile.

El calzado consiste en sandalias franciscanas, aunque algunos hermanos procesionan descalzos como gesto de mayor penitencia y sacrificio personal. Esta práctica, voluntaria entre los cofrades, subraya la dimensión ascética de la hermandad.

Cada hermano porta un hachón de madera negra con cazoleta de metal y vela de cera roja. El leve golpeteo de estos hachones sobre el empedrado al caminar crea un sonido rítmico que, junto con las campanillas del viático, constituye prácticamente el único ruido que rompe el silencio absoluto de la procesión.

En el pecho, los cofrades lucen el medallón de alpaca, distintivo de la hermandad que representa la cruz, la corona de espinas y los tres clavos de la Pasión. Este medallón se porta suspendido de un cordón cuyo color varía —azul, verde, rojo, granate, gris y amarillo— y que sirve para organizar a los hermanos en grupos diferenciados a lo largo del cortejo.

Los mayordomos tienen una responsabilidad especial: arrastran pesadas cruces de madera de tamaño natural que, al rozar con el suelo empedrado de las calles, generan un sonido sobrecogedor que marca el ritmo penitencial de la procesión. Esta tarea, enormemente sacrificada, requiere gran fortaleza física y espiritual.

A lo largo del desfile se portan también sobre almohadones diversos símbolos de la Pasión: la bandeja con los clavos, la bandeja con la corona de espinas, y el libro de la Hermandad. Estos elementos procesionan entre los distintos grupos de hermanos, intercalados con las cruces de guía.

La Cruz Guía, también conocida como Cruz de los Luceros, abre el cortejo y constituye uno de los símbolos más venerados de la hermandad. Su presencia marca el inicio solemne del desfile penitencial.

Imagen titular y patrimonio artístico

La imagen de Jesús Yacente que da nombre y razón de ser a la hermandad constituye una obra maestra de la imaginería castellana del siglo XVII. La talla fue realizada hacia 1636 por Francisco Fermín, uno de los discípulos más aventajados de Gregorio Fernández, para la capilla funeraria que la familia Enríquez poseía en el desaparecido convento de los dominicos de Zamora.

Durante muchos años, la imagen fue atribuida directamente a Gregorio Fernández, máximo exponente de la escuela castellana de imaginería barroca. Sin embargo, los estudios más recientes y rigurosos confirman que se trata de una obra de su taller, concretamente de Francisco Fermín, quien trabajó en estrecha colaboración con el maestro y supo captar perfectamente su estilo y técnica.

La talla representa a Cristo muerto, en el momento posterior a su descendimiento de la cruz. El cuerpo aparece en posición horizontal, con la cabeza ligeramente ladeada y los ojos cerrados, transmitiendo una serenidad que contrasta con el sufrimiento de la Pasión. La anatomía está trabajada con extraordinario realismo, mostrando las heridas de la crucifixión: el costado atravesado por la lanza, las marcas de los clavos en manos y pies, las huellas de la flagelación y la corona de espinas.

El rostro de Cristo muestra una expresión de paz y descanso eterno que conmueve profundamente a cuantos lo contemplan. Los rasgos están trabajados con delicadeza extrema, desde la barba y el cabello hasta los párpados cerrados. La policromía, aunque ha sido restaurada en diversas ocasiones, mantiene el dramatismo característico de la escuela castellana, con tonos pálidos que acentúan la muerte y hematomas que recuerdan el martirio.

La imagen procesiona sobre unas sencillas parihuelas, portadas directamente a hombros por ocho hermanos. Cristo descansa sobre un sudario blanco inmaculado, sin adorno alguno, escoltado únicamente por cuatro velones con velas rojas. Esta presentación minimalista, lejos de restar valor a la talla, acentúa su belleza y concentra toda la atención en la figura del Salvador.

La decisión de portar la imagen de esta manera tan austera fue deliberada desde la fundación de la hermandad. Los promotores quisieron recrear el entierro de un hombre pobre de un pueblo castellano, donde el difunto era llevado al sepulcro en simples andas, seguido por sus vecinos en silencio. Esta concepción «franciscana» de la procesión, centrada en la sencillez y la humildad, distingue a la Hermandad de Jesús Yacente de otras cofradías más barrocas o suntuosas.

Durante el resto del año, la imagen permanece expuesta en la capilla mayor de la iglesia de Santa María la Nueva, donde recibe culto permanente y es visitada por numerosos devotos y turistas que quedan impresionados por la calidad artística y la fuerza devocional de esta obra.

Además de la imagen titular, la hermandad custodia otros elementos patrimoniales de valor: las antiguas cruces penitenciales que portan los mayordomos, los faroles originales con luz artificial que marcan el inicio de cada grupo de cofrades, y diversos objetos litúrgicos relacionados con la procesión que se exponen en los pies del templo de Santa María la Nueva.

Procesión del Jueves Santo

La procesión de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente constituye uno de los momentos culminantes de la Semana Santa zamorana. El desfile, que transcurre en la noche del Jueves Santo, comienza puntualmente a las 23:00 horas desde la iglesia de Santa María la Nueva y se prolonga hasta altas horas de la madrugada del Viernes Santo.

En los minutos previos a la salida, los hermanos se encierran en el interior del templo junto al capellán de la hermandad y, habitualmente, el Obispo de Zamora, quien suele ser invitado por la cofradía a presidir este momento. En el interior se reza en comunidad, preparando espiritualmente el acto penitencial que está a punto de comenzar.

A las once en punto de la noche, el Hermano Mayor indica que se abran las puertas del templo y dé inicio la solemne procesión. Los hermanos salen en filas de tres, ordenados según el color del cordón de su medallón: azul, verde, rojo, granate, gris y amarillo. El inicio de cada grupo viene marcado por dos faroles con luz artificial, creando una iluminación tenue y atmosférica que refuerza el carácter nocturno del desfile.

Entre los distintos grupos de cofrades desfilan los abades, las cruces de guía, la bandeja con los clavos, la bandeja con la corona de espinas y el libro de la Hermandad, todos ellos portados sobre almohadones. Los dos mayordomos y un hermano penitente que lo solicita por estricto turno arrastran las pesadas cruces de madera, cuyo roce con el empedrado genera ese sonido sobrecogedor tan característico de la procesión.

La imagen de Jesús Yacente es portada en sus sencillas parihuelas por ocho hermanos, que realizan relevos a lo largo del recorrido. Cristo aparece cubierto simplemente con el sudario blanco, iluminado por los cuatro velones rojos, sin más ornamentación. Esta presentación minimalista acentúa el dramatismo de la escena y recuerda los entierros humildes de Castilla.

El silencio absoluto es la característica más definitoria del desfile. Los hermanos caminan en completo recogimiento, sin conversaciones ni músicas, creando una atmósfera de profunda espiritualidad. Únicamente se escucha el tintineo de las campanillas del viático, el golpeteo suave de los hachones sobre el suelo y el arrastre de las cruces sobre las piedras.

El recorrido atraviesa algunos de los lugares más emblemáticos del casco histórico zamorano: Puerta del Obispo, Peñas de Santa Marta, Avenida de Vigo, Puente de Piedra, Plaza de Santa Lucía, Cuesta de San Cipriano, calles Chimeneas, Doncellas, Moreno, Damas, Sor Dositea Andrés, Rúa de los Francos y Plaza de San Ildefonso, entre otras.

El momento culminante de la procesión tiene lugar en la Plaza de Viriato, donde se produce el canto del Miserere. La imagen de Jesús Yacente se sitúa en el centro de la plaza, que queda a oscuras salvo por la luz de las velas de los hachones. Los hermanos forman un pasillo alrededor de Cristo, y el coro de más de doscientos hermanos —formado por bajos, barítonos y tenores— se coloca en el centro para entonar esta plegaria solemne.

Durante aproximadamente siete minutos, las voces masculinas interpretan el Salmo 50 (Miserere mei, Deus) en la composición del Padre José María Alcacer. El efecto es sobrecogedor: miles de personas congregadas en la plaza y sus alrededores escuchan en absoluto silencio este canto que pide misericordia y perdón. Mientras tanto, la imagen de Jesús Yacente da lentamente la vuelta a la plaza, iluminada únicamente por los velones rojos.

Este momento es retransmitido en directo cada año por el Canal 24 Horas de TVE, Radio Nacional de España, Cadena COPE y rtve.es, además de numerosos medios locales, autonómicos y nacionales. La retransmisión permite que miles de personas en toda España y en el extranjero participen de este acto, que se ha convertido en uno de los iconos de la Semana Santa española.

Tras el Miserere, la procesión continúa su recorrido hasta regresar a la iglesia de Santa María la Nueva, donde concluye en las primeras horas de la madrugada del Viernes Santo. Los hermanos entran en silencio al templo, cerrando así un desfile que ha conmovido una vez más a cuantos lo han presenciado.

Cultos y actividades

Aunque la procesión del Jueves Santo constituye el acto más conocido y multitudinario de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente, la cofradía mantiene durante todo el año una intensa actividad religiosa, formativa y de convivencia que fortalece los lazos entre sus miembros y perpetúa la devoción a su imagen titular.

Durante la Cuaresma, la hermandad organiza una serie de Vía Crucis que tienen lugar los viernes en diversos templos zamoranos. Estos ejercicios piadosos, habitualmente celebrados en la iglesia del Tránsito (Convento del Corpus Christi), permiten a los hermanos meditar sobre la Pasión de Cristo y prepararse espiritualmente para la Semana Santa. El primer Vía Crucis de cada año inaugura oficialmente el tiempo cuaresmal para la cofradía.

Los ensayos del Miserere constituyen uno de los momentos más esperados por los zamoranos. Todos los sábados de Cuaresma, a partir de mediados de febrero, el coro de la hermandad se reúne para ensayar el canto que interpretará en la Plaza de Viriato. Estos ensayos, que tienen lugar en la iglesia de San Cipriano a las seis de la tarde, congregan a numerosos devotos y curiosos que no quieren perderse este «adelanto» del momento mágico del Jueves Santo.

Son en total seis ensayos: cinco durante los sábados de Cuaresma más uno en la mañana del propio Jueves Santo, después de la procesión de la Esperanza y antes del momento cumbre de la noche. Esta preparación intensiva es imprescindible para que las más de doscientas voces del coro logren la armonía y precisión que caracteriza su interpretación.

La hermandad celebra anualmente una Asamblea General donde se rinde cuentas del año anterior, se aprueban presupuestos y se toman decisiones sobre el futuro de la cofradía. Este cabildo mayor constituye el órgano máximo de gobierno de la hermandad y en él participan todos los hermanos con derecho a voto.

A lo largo del año, la cofradía organiza charlas, conferencias y presentaciones de libros relacionadas con la Semana Santa zamorana y con la propia historia de la hermandad. Estos actos culturales contribuyen al estudio y difusión del patrimonio inmaterial de la Pasión zamorana.

La imagen de Jesús Yacente recibe culto permanente en la capilla mayor de Santa María la Nueva, donde los devotos pueden visitarla y rezar ante ella durante todo el año. El templo se mantiene abierto en horario de visitas, permitiendo que tanto zamoranos como turistas puedan contemplar esta magnífica talla del siglo XVII.

La hermandad mantiene también un importante compromiso social, siguiendo el espíritu caritativo que inspiró a sus fundadores, muchos de ellos procedentes de Acción Católica. Aunque la cofradía no tiene obras sociales permanentes estructuradas, participa en iniciativas benéficas y colabora con otras entidades en acciones puntuales de ayuda a los más necesitados.

La cofradía colabora estrechamente con la Junta Pro Semana Santa de Zamora en todas las actividades de promoción y difusión de la Pasión zamorana, participando en presentaciones, ferias turísticas y actos institucionales donde se da a conocer la riqueza de la Semana Santa de la ciudad.

Particularidades y elementos únicos

La Penitente Hermandad de Jesús Yacente atesora numerosas singularidades que la hacen única dentro del panorama cofrade español. Estas características distintivas explican el enorme impacto emocional que genera su procesión y el reconocimiento nacional e internacional que ha alcanzado.

El Miserere: un canto que trasciende fronteras

Sin duda, el elemento más emblemático de la hermandad es el canto del Miserere en la Plaza de Viriato. Esta composición del Padre José María Alcacer, introducida en 1952, ha trascendido el ámbito local para convertirse en uno de los momentos más reconocidos de la Semana Santa española.

El Miserere se interpretó por primera vez en 1953 bajo la dirección de don Jerónimo Aguado González, con un modesto coro de apenas dieciséis cantores. Desde entonces, el coro ha crecido exponencialmente hasta superar las doscientas voces en la actualidad, formadas exclusivamente por hermanos de la cofradía organizados en bajos, barítonos y tenores.

La obra consiste en una adaptación musical del Salmo 50 (Miserere mei, Deus – Ten piedad de mí, oh Dios), uno de los salmos penitenciales por excelencia. La melodía, de corte gregoriano, presenta un carácter grave y melancólico perfectamente adaptado a la solemnidad del momento. La interpretación a capella, sin acompañamiento instrumental, acentúa la pureza y el dramatismo del canto.

El momento tiene lugar en una Plaza de Viriato completamente a oscuras, iluminada únicamente por las velas rojas de los hachones que portan los hermanos. Miles de personas guardan un silencio absoluto mientras las voces masculinas se elevan en la noche, creando una atmósfera de extraordinaria intensidad espiritual. El efecto es tan poderoso que muchos espectadores confiesan emocionarse hasta las lágrimas.

La retransmisión en directo del Miserere por televisiones y radios nacionales e internacionales ha convertido este acto en uno de los más seguidos de la Semana Santa española. Medios de todo el mundo, como The New York Times, NBC News y The Times, han dedicado reportajes a este momento único.

Una procesión inspirada en el entierro popular

Desde su fundación, la hermandad decidió recrear el entierro de un hombre humilde de los pueblos castellanos. Esta concepción, alejada del boato y la suntuosidad de otras cofradías, imprime un carácter especial al desfile. Cristo no va sobre andas lujosas ni bajo palio, sino sobre sencillas parihuelas cubiertas únicamente con un sudario blanco, portadas directamente a hombros por ocho hermanos.

Esta presentación minimalista concentra toda la atención en la figura del Salvador y en el significado profundo de su muerte y sepultura. Los cuatro velones rojos que escoltan la imagen evocan las velas que acompañaban a los difuntos en los entierros tradicionales.

El silencio absoluto

A diferencia de otras procesiones que cuentan con bandas de música, cornetas o tambores, el desfile del Yacente transcurre en silencio casi total. Solo se escuchan tres sonidos: el tintineo de las campanillas del viático, el golpeteo rítmico de los hachones sobre el empedrado, y el arrastre de las pesadas cruces de madera. Este silencio crea una atmósfera de recogimiento y penitencia que sobrecoge a cuantos presencian la procesión.

Las cruces de los mayordomos

Una de las imágenes más impactantes del desfile es la de los dos mayordomos y un hermano penitente arrastrando cruces de madera de tamaño natural. El roce de estas cruces con el suelo empedrado genera un sonido grave y profundo que se ha convertido en seña de identidad de la procesión. Este gesto penitencial, que requiere gran fortaleza física y espiritual, simboliza el camino de Cristo hacia el Calvario cargando con el madero de su propia crucifixión.

Organización por colores del cordón

Los hermanos desfilan organizados en grupos diferenciados por el color del cordón de su medallón: azul, verde, rojo, granate, gris y amarillo. Esta distribución, que se mantiene desde los primeros años de la hermandad, facilita la organización del cortejo y crea un efecto visual armonioso cuando se observa la procesión en su conjunto.

Juventud de la cofradía

Es notable que, siendo una de las hermandades más jóvenes de Zamora (fundada en 1941), haya logrado convertirse en uno de los referentes absolutos de la Semana Santa zamorana en apenas unos años. La media de edad de los fundadores era extraordinariamente baja, y este espíritu juvenil ha marcado el carácter dinámico y entusiasta de la cofradía.

Reconocimiento papal

La hermandad ha sido distinguida con el honor de que dos Papas —Juan Pablo II y Francisco— hayan recibido en audiencia a representantes de la cofradía y hayan mostrado su interés por esta singular manifestación de fe. Juan Pablo II aceptó ser nombrado Hermano de Honor en 1991, vinculación que la hermandad valora enormemente.

Proyección internacional

El Miserere y la procesión del Yacente han trascendido las fronteras españolas gracias a la cobertura mediática internacional. Cada año, periodistas y cámaras de televisión de diversos países acuden a Zamora para documentar este momento único, contribuyendo a la proyección mundial de la Semana Santa zamorana.

Consejos para el visitante

Presenciar la procesión de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente y, especialmente, el canto del Miserere en la Plaza de Viriato, constituye una experiencia única que requiere cierta planificación para disfrutarla plenamente.

Horarios y ubicación estratégica

La procesión comienza a las 23:00 horas del Jueves Santo desde la iglesia de Santa María la Nueva. Para contemplar la salida, se recomienda llegar al menos treinta minutos antes. Sin embargo, el momento culminante es el Miserere en la Plaza de Viriato, que suele tener lugar hacia la medianoche o la una de la madrugada, dependiendo del ritmo de la procesión.

La Plaza de Viriato se llena completamente de público varias horas antes del momento del canto. Si se desea conseguir un lugar privilegiado en primera fila, es aconsejable llegar con al menos dos o tres horas de antelación. Las calles que desembocan en la plaza también ofrecen buenas vistas, aunque más alejadas.

Vestimenta apropiada

La procesión transcurre durante la noche del Jueves Santo, en pleno mes de marzo o abril, cuando las temperaturas nocturnas en Zamora suelen ser frías. Es imprescindible llevar ropa de abrigo, calzado cómodo y, si las previsiones meteorológicas lo aconsejan, protección contra la lluvia. Dado que la espera puede ser larga, algunos espectadores llevan mantas para hacer más confortable la permanencia en la plaza.

Respeto y silencio

El silencio es un elemento fundamental de esta procesión. Se ruega encarecidamente a los visitantes que mantengan una actitud de absoluto respeto y recogimiento, evitando conversaciones, uso de teléfonos móviles y cualquier ruido que pueda romper la atmósfera de espiritualidad. Durante el Miserere, el silencio debe ser total.

Está estrictamente prohibido el uso de flash en fotografías y vídeos, ya que puede molestar a los cofrades y romper el ambiente. Las grabaciones deben realizarse sin luz artificial y con el máximo respeto.

Alojamiento

Es fundamental reservar alojamiento con mucha antelación, ya que la Semana Santa zamorana atrae a decenas de miles de visitantes. Zamora ofrece hoteles de diversas categorías, desde el Parador (instalado en un palacio renacentista) hasta hostales y pensiones más económicas. También existen apartamentos turísticos y casas rurales en la provincia.

Transporte

El casco histórico de Zamora es peatonal en gran parte, por lo que se recomienda aparcar en las zonas habilitadas en el extrarradio y desplazarse a pie. Durante la Semana Santa, el tráfico en el centro queda completamente cortado. Zamora dispone de buenas conexiones por carretera (autovía A-66) y cuenta con estación de autobuses con servicios regulares desde las principales ciudades.

Gastronomía

Tras presenciar la procesión, que concluye en la madrugada, algunos establecimientos del centro permanecen abiertos ofreciendo chocolate con churros y otros tentempiés. Durante la estancia en Zamora, no debe perderse la oportunidad de degustar el bacalao a la tranca (especialidad de Semana Santa), el arroz a la zamorana, el queso zamorano con D.O., y los excelentes vinos de las denominaciones de origen Toro y Tierra del Vino de Zamora.

Otros lugares de interés

Zamora es conocida como la «ciudad del románico» por su excepcional patrimonio arquitectónico. Además de presenciar las procesiones, merece la pena visitar la Catedral, el Castillo, las numerosas iglesias románicas, el Museo de Semana Santa (imprescindible para entender la magnitud de la Pasión zamorana), el Puente de Piedra sobre el Duero, y las Aceñas de Olivares.

Retransmisión en directo

Para quienes no puedan desplazarse a Zamora, el momento del Miserere se retransmite en directo cada año por el Canal 24 Horas de TVE, Radio Nacional de España, Cadena COPE y en streaming a través de rtve.es. Esta opción permite seguir el acto desde cualquier lugar del mundo, aunque evidentemente no sustituye la emoción de vivirlo presencialmente.

Preguntas habituales

¿Cuándo fue fundada la Penitente Hermandad de Jesús Yacente?

La hermandad fue fundada el 11 de marzo de 1941, apenas treinta y seis días después del descubrimiento de la imagen de Cristo Yacente en la iglesia de la Concepción. Su primera procesión tuvo lugar el 10 de abril de ese mismo año, convirtiéndose desde el primer momento en un referente de la Semana Santa zamorana.

¿Qué es el Miserere y por qué es tan famoso?

El Miserere es un canto coral basado en el Salmo 50 que más de doscientos hermanos interpretan en la Plaza de Viriato durante la procesión del Jueves Santo. Fue compuesto por el Padre José María Alcacer e introducido en 1952. Su fama se debe a la extraordinaria belleza de la interpretación, el entorno nocturno y silencioso en que se ejecuta, y su retransmisión en directo por medios nacionales e internacionales.

¿A qué hora comienza la procesión y cuándo se canta el Miserere?

La procesión comienza puntualmente a las 23:00 horas del Jueves Santo desde la iglesia de Santa María la Nueva. El Miserere se canta en la Plaza de Viriato aproximadamente entre la medianoche y la una de la madrugada, dependiendo del ritmo del cortejo.

¿Quién talló la imagen de Jesús Yacente?

La imagen fue tallada hacia 1636 por Francisco Fermín, discípulo destacado de Gregorio Fernández. Aunque durante años se atribuyó directamente al maestro Gregorio Fernández, los estudios actuales confirman que es obra de su taller, concretamente de Francisco Fermín.

¿Por qué los hermanos visten de blanco y no de negro como en otras cofradías?

El color blanco de la estameña representa la pureza y el luto en la tradición penitencial. Los ribetes y la faja morados simbolizan la penitencia. Este esquema cromático, junto con las sandalias franciscanas, evoca los hábitos monacales y subraya el carácter austero y humilde de la hermandad.

¿Cuántos hermanos forman parte de la cofradía?

Actualmente la hermandad cuenta con aproximadamente 1.300 hermanos, entre hermanos de fila y hermanos eméritos. El coro del Miserere está formado por más de 200 cantores, todos ellos hermanos de la cofradía.

¿Se puede visitar la imagen de Jesús Yacente fuera de Semana Santa?

Sí, la imagen recibe culto permanente en la capilla mayor de la iglesia de Santa María la Nueva, donde puede ser visitada durante todo el año en el horario de apertura del templo.

¿Qué significan los diferentes colores de los cordones de los medallones?

Los colores (azul, verde, rojo, granate, gris y amarillo) sirven para organizar a los hermanos en grupos diferenciados durante la procesión. El inicio de cada grupo viene marcado por dos faroles con luz artificial.

¿Por qué se dice que esta procesión recrea un entierro popular castellano?

Los fundadores de la hermandad quisieron representar el entierro de un hombre humilde de los pueblos de Castilla. Por eso Cristo va sobre sencillas parihuelas cubiertas con un simple sudario blanco, sin adornos ni lujos, escoltado solo por cuatro velones, y acompañado por los vecinos (los cofrades) en silencio absoluto.

¿Es cierto que el Papa fue nombrado Hermano de Honor de la cofradía?

Sí, en el 50º aniversario de la fundación de la hermandad (1991), el Cabildo Menor viajó a Roma y fue recibido por el Papa Juan Pablo II, quien aceptó ser nombrado Hermano de Honor. Posteriormente, en 2016, el Papa Francisco también recibió al Hermano Mayor en audiencia general.

¿Se puede participar en la procesión siendo de fuera de Zamora?

Sí, la hermandad está abierta a nuevos miembros. Cualquier persona que lo desee puede solicitar su ingreso contactando con la cofradía a través de su web oficial o acudiendo personalmente a su sede. Se requiere compartir los fines y el espíritu penitencial de la hermandad.

¿Por qué hay tantos medios de comunicación retransmitiendo el Miserere?

El canto del Miserere se ha convertido en uno de los momentos más emblemáticos de la Semana Santa española. Su belleza musical, el entorno único en que se interpreta y su profundo contenido espiritual han atraído la atención de medios nacionales e internacionales, que lo retransmiten en directo cada año permitiendo que millones de personas participen de este momento.

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