Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias
La Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias representa una de las instituciones más antiguas y veneradas de la Semana Santa de Zamora. Con una historia que se remonta tradicionalmente al año 1412, esta hermandad ha sabido mantener viva la devoción a los Dolores de la Virgen María a través de los siglos, convirtiéndose en un referente indiscutible de la religiosidad popular zamorana. Cada Viernes Santo, en la noche más emotiva de la Semana Santa, miles de cofrades y fieles acompañan a Nuestra Madre en su recorrido procesional por las calles del casco histórico, en una manifestación de fe que conmueve por su sobriedad y profundo sentimiento.

La concesión del título de «Real» por parte de la Casa de Su Majestad el Rey Felipe VI en noviembre de 2018 vino a reconocer la importancia histórica y devocional de esta cofradía, que cuenta actualmente con aproximadamente 4.500 hermanos, siendo una de las hermandades con mayor número de miembros de toda la ciudad. Su imagen titular, obra maestra del imaginero zamorano Ramón Álvarez, constituye uno de los iconos más queridos del patrimonio religioso de Zamora.
Contenido
- 1 Orígenes y trayectoria
- 2 Templo de culto
- 3 Simbología cofradiera
- 4 Patrimonio escultórico y artístico
- 5 Recorrido procesional
- 6 Celebraciones y actos cultuales
- 7 Aspectos singulares
- 8 Preguntas frecuentes
- 9 Enlaces de interés
- 10 Cofradías
- 10.0.1 Cofradía de Jesús del Vía Crucis
- 10.0.2 Cofradía de Jesús Nazareno
- 10.0.3 Cofradía de la Santa Vera Cruz, Disciplina y Penitencia
- 10.0.4 Cofradía de la Santísima Resurrección
- 10.0.5 Cofradía de la Virgen de la Esperanza
- 10.0.6 Hermandad de Jesús en su Tercera Caída
- 10.0.7 Hermandad Penitencial de las Siete Palabras
- 10.0.8 Hermandad Penitencial de Nuestro Señor Jesús, Luz y Vida
- 10.0.9 Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Buena Muerte
- 10.0.10 Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo del Amparo
- 10.0.11 Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo del Espíritu Santo
- 10.0.12 Penitente Hermandad de Jesús Yacente
- 10.0.13 Real Cofradía de Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén
- 10.0.14 Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias
- 10.0.15 Real Cofradía del Santo Entierro
- 10.0.16 Real Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias
- 10.0.17 Sección de Damas de la Virgen de la Soledad
Orígenes y trayectoria
La fundación de la cofradía se atribuye tradicionalmente a San Vicente Ferrer, el célebre predicador dominico valenciano que visitó Zamora en 1412 con el propósito de fomentar la conversión de la numerosa aljama judía de la ciudad. Según la tradición, el santo predicó desde el púlpito de piedra que todavía se conserva en la iglesia de San Vicente Mártir, y en ese contexto de fervor penitencial habría impulsado la creación de la Cofradía de Dolores y Angustias, institución que, como muchas de la época, poseía carácter disciplinante. Este origen legendario, aunque no está documentado, aparece bordado en letras de oro en el estandarte actual de la cofradía y forma parte indiscutible de su identidad histórica.
Un devastador incendio en 1550 destruyó el archivo documental original, borrando cualquier evidencia fundacional. No obstante, a partir de 1579 se confirma la existencia de la hermandad con abundante documentación. En ese momento, la cofradía ya estaba radicada en la iglesia de San Vicente y poseía su denominación oficial completa: Cofradía de la Soledad de la Madre de Dios y Consuelo de los Desamparados. Dos años después, en 1581, el mayordomo y los cofrades acordaron aforar un huerto propiedad de la iglesia, situado en su muro norte, para construir la capilla de Nuestra Madre, proyecto que no se materializó hasta 1585.
La hermandad poseía en 1586 varios conjuntos escultóricos de bastidor, entre ellos un Cristo entre dos ladrones acompañado de la Virgen, San Juan y la Magdalena. La capilla, que se completó definitivamente en 1604, albergaba al menos seis nichos o cabañas destinados a acoger diferentes imágenes devocionales. En 1602, ante graves dificultades económicas, la capilla pasó a depender del patronazgo de la familia Velázquez, que en el siglo XVIII alcanzaría el vizcondado de Garcigrande. Esta relación de patronazgo marcaría profundamente el futuro de la cofradía, generando numerosos pleitos y conflictos que se prolongarían durante siglos.
Durante el siglo XVII, la cofradía gozó de gran pujanza y esplendor. Según las ordenanzas de 1649, el Viernes Santo a las dos de la tarde se celebraba el sermón de la Soledad, Angustias y Dolores de la Virgen Madre de Dios en la iglesia de San Vicente. A las ocho de la tarde salía la procesión con práctica de disciplina pública, recorrido en el que participaban más de 600 hachas blancas y más de 50 flagelantes. La procesión incluía el estandarte del Cristo Crucificado seguido de múltiples insignias, la imagen de San Vicente Ferrer y otras siete figuras: Cristo Atado a la Columna, Ecce Homo, La Verónica, Nazareno con la Cruz, Nuestra Señora de la Quinta Angustia, y otras devociones parroquiales. El recorrido era extenso y recorría los principales enclaves de la ciudad, incluyendo una estación en la iglesia de San Ildefonso para adorar los Santos Cuerpos.
El siglo XVIII trajo importantes transformaciones. La deficiente cimentación de la capilla obligó a reedificarla en 1698, dando lugar a la estructura actual que todavía podemos admirar. En 1794, coincidiendo con la crisis general que afectó a todas las hermandades zamoranas, agravada por la prohibición de la disciplina pública, se procedió a una reorganización completa que supuso la aprobación de nuevos Estatutos. Esta reforma marcó el inicio de una nueva etapa para la cofradía.
El siglo XIX fue particularmente convulso. En 1865 se llevó a cabo una nueva reorganización, pero apenas cinco años después, en 1870, se produjo la disolución de la hermandad a causa de un pleito con el Vizconde de Garcigrande sobre quién debía portar el estandarte en la procesión. Desde ese momento, la procesión de la noche del Viernes Santo pasó a ser organizada por el párroco de San Vicente con participación popular, aunque sin estructura cofradiera propiamente dicha.
En 1879, los antiguos hermanos, junto con el párroco de San Vicente, contrataron al escultor Ramón Álvarez para que tallara una nueva imagen de Nuestra Madre de las Angustias. El estreno de esta obra maestra marcó el inicio de una nueva época de fervor popular. La procesión de ese año se convirtió en el cortejo más numeroso del momento, con multitud de mujeres y hombres portando hachas encendidas que acompañaban a las imágenes de San Vicente Ferrer, Nuestra Madre de las Angustias y la Virgen de las Espadas por un largo recorrido que concluía pasadas las once y media de la noche.
La refundación oficial de la cofradía tuvo lugar en 1929, cuando el párroco Manuel Boizas, junto con un grupo de devotos semanasantistas, reorganizó la hermandad sobre nuevos estatutos que establecían su carácter mixto, con secciones de hombres y mujeres. El Viernes Santo de ese año, 510 damas y 146 hombres participaron en la procesión, que fue escoltada por un piquete de la Guardia Civil montada. Junto a Nuestra Madre desfilaron las imágenes de San Vicente Ferrer, la Virgen de las Espadas y, durante algunos años, el grupo del Retorno del Sepulcro, posteriormente suprimido.
El siglo XX trajo nuevas transformaciones. La imagen de San Vicente dejó de procesionar en 1951, y la Virgen de las Espadas hizo lo propio en 1968. En 1994 se incorporó al cortejo el Santo Cristo de la Misericordia, antigua imagen del siglo XVI que se veneraba en un altar del presbiterio de la catedral. El año 2010 supuso un hito histórico al recuperarse la Virgen de las Espadas para el desfile, siendo además la primera mesa procesional de Zamora portada por una plantilla mixta de cargadores, pionera en la incorporación plena de la mujer a todas las labores cofradieras.
En 2012, con motivo del VI Centenario de la fundación, la cofradía organizó numerosos actos conmemorativos, incluyendo exposiciones, publicaciones históricas y el hermanamiento con la Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias del Perdigón. Como hecho extraordinario, volvió a desfilar la imagen de San Vicente Ferrer. Dos años después, en septiembre de 2014, se vivió uno de los momentos más emocionantes de la historia reciente de la hermandad: la Coronación Canónica de la imagen de Nuestra Madre de las Angustias, acto solemne presidido por el obispo de la diócesis Gregorio Martínez Sacristán en la catedral de Zamora.
Templo de culto
La capilla de Nuestra Madre de las Angustias se encuentra adosada al muro norte de la Iglesia parroquial de San Vicente Mártir, en la Plazuela del Fresco número 2 de Zamora. Este templo románico, construido entre finales del siglo XII y principios del XIII, constituye uno de los monumentos más representativos del patrimonio zamorano. Su torre y portada occidental fueron declaradas Monumento Nacional en 1961, reconocimiento que subraya su valor artístico e histórico excepcional.
Simbología cofradiera
El hábito de la Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias refleja tanto la tradición penitencial de sus orígenes como su carácter mixto moderno. Los hermanos, y aquellas hermanas que así lo deseen, visten túnica de estameña blanca, ceñida a la cintura con cordón y decenario. El conjunto se completa con un caperuz de terciopelo negro que cubre el rostro, respetando la tradición del anonimato penitencial. Todos los cofrades portan hachones de cera que iluminan la noche del Viernes Santo con su luz temblorosa y solemne.
Las hermanas que prefieren mantener la tradición popular pueden vestir de riguroso luto, portando vela con tulipa entre las manos. Esta doble opción de indumentaria femenina representa el respeto de la cofradía tanto por su historia penitencial como por las raíces populares que siempre han caracterizado la devoción a Nuestra Madre. Todos los miembros de la hermandad, independientemente del hábito que elijan, portan la medalla oficial de la cofradía, distintivo que los identifica como parte de esta secular institución.
El emblema de la cofradía es un corazón atravesado por siete espadas o dagas, símbolo universal de los Siete Dolores de la Virgen María. Esta iconografía representa las siete angustias que María sufrió a lo largo de su vida según la tradición católica: la profecía de Simeón, la huida a Egipto, la pérdida del Niño en el templo, el encuentro en la Vía Dolorosa, la crucifixión, el descendimiento de la cruz y la sepultura de Jesús. El emblema aparece tanto en el reverso de la medalla como en el estandarte de la hermandad.
La medalla actual, estrenada en 2009, presenta forma ovalada rodeada de un marco tipo pergamino enrollado. Está realizada en aleación de color plata y muestra en su anverso la efigie de Nuestra Madre de las Angustias, mientras que en el reverso lleva el emblema oficial del corazón atravesado por las siete espadas junto con el número de hermano. La medalla se porta colgada de un cordón de seda trenzado en blanco y negro, colores que simbolizan la pureza y el luto, el gozo y el dolor, la luz y las tinieblas que caracterizan el misterio de la Pasión.
Patrimonio escultórico y artístico
La Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias procesiona actualmente con tres magníficas imágenes que conforman un relato visual de los momentos más dolorosos de la Pasión de Cristo y los sufrimientos de María. Cada una de estas obras posee notable valor artístico, histórico y devocional.
Nuestra Madre de las Angustias es la joya indiscutible del patrimonio cofradiero. Esta imagen, obra del escultor zamorano Ramón Álvarez Prieto, fue finalizada en 1879 y representa uno de los logros más sobresalientes del imaginero. Se trata de una Virgen de la Piedad o Quinta Angustia, iconografía que muestra a María sosteniendo en su regazo el cuerpo yacente de su Hijo tras el descendimiento de la cruz. La Virgen es una imagen de vestir, con solamente la cabeza, manos y pies tallados en madera, mientras que el cuerpo se cubre con rica indumentaria textil. El Cristo yacente, por el contrario, es completamente de talla, destacando la extraordinaria habilidad técnica del escultor para reducir su peso mediante un vaciado que en algunos puntos alcanza apenas 5 milímetros de grosor.
El rostro de la Virgen transmite un dolor contenido y profundamente humano, con los ojos entreabiertos dirigidos hacia el cuerpo inerte de su Hijo. Sus manos sostienen delicadamente a Cristo, en un gesto que combina la ternura maternal con la aceptación resignada del sacrificio redentor. La figura de Jesús muestra una anatomía correcta, con el cuerpo laxo y abandonado propio de la muerte, los ojos cerrados y una expresión de paz definitiva. El conjunto se completa con una cruz de plata sobre armazón de madera. La imagen procesiona sobre una mesa diseñada por Antonio Pedrero y ejecutada por José Antonio Pérez, que es portada a hombros por 27 cargadores, convirtiéndose en uno de los momentos más emotivos de la Semana Santa zamorana.
La Virgen de las Espadas constituye otra de las imágenes emblemáticas de la cofradía. Tradicionalmente conocida como Nuestra Señora de la Soledad o Nuestra Señora de los Dolores, esta figura representa a María en su soledad tras la muerte de su Hijo, con el corazón atravesado por siete espadas que simbolizan sus Siete Dolores. Aunque inicialmente se atribuyó su autoría a Ramón Álvarez, estudios posteriores han revelado que se trata de una imagen de los talleres de Olot, encargada tras la bendición de la nueva imagen de Nuestra Madre en 1879. Esta imagen dejó de procesionar en 1968, permaneciendo durante décadas relegada al culto interno.
Su recuperación para el desfile procesional en 2010 supuso un acontecimiento histórico para la Semana Santa de Zamora. La imagen fue incorporada con un nuevo formato de mayor tamaño y, lo que resultó más revolucionario, sobre una mesa portada por una plantilla mixta de 18 cargadores, siendo la primera ocasión en que hombres y mujeres compartían esta labor en la ciudad. La mesa, diseñada por Antonio Pedrero y ejecutada por José Antonio Pérez, marcó un hito en la modernización e igualación de derechos dentro de las cofradías zamoranas.
El Santo Cristo de la Misericordia, también conocido popularmente como Cristo de la Cruz de Carne, completa el cortejo procesional desde su incorporación en 1994. Se trata de una obra anónima del siglo XVI de extraordinaria calidad artística. El crucificado presenta una anatomía correctísima aunque algo enjuta, siendo representado muerto con el cuerpo laxo y la cabeza caída sobre el hombro derecho. Su rostro de belleza formal muestra barba rizada y rasgos que conservan ecos góticos, al igual que los cuajerones de sangre del costado. El paño de pureza es típico del momento en que fue realizada la obra, fechándose entre finales del primer tercio e inicios del segundo tercio del siglo XVI.
Esta imagen se veneraba tradicionalmente en un altar del presbiterio de la catedral de Zamora, en cuyo sagrario se conservó durante siglos la reliquia de la Cruz de Carne. Su incorporación a la procesión de Nuestra Madre respondió al deseo de enriquecer el desfile con la presencia de la imagen del Señor crucificado, completando así el relato iconográfico de la Pasión. La imagen desfila sobre una mesa procesional de ruedas transformable, diseñada según los criterios técnicos modernos que facilitan su traslado por las empinadas calles del casco histórico.
Recorrido procesional
La procesión de la Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias constituye uno de los momentos culminantes de la Semana Santa zamorana. Su salida tiene lugar a las 23:00 horas del Viernes Santo, en la noche más intensa y recogida de toda la celebración litúrgica de la Pasión. El cortejo parte desde la iglesia de San Vicente Mártir, donde previamente se han celebrado los cultos preparatorios y se ha organizado la formación procesional con todos los elementos que componen el desfile.
El itinerario tradicional recorre las calles más emblemáticas del casco histórico zamorano. Desde San Vicente, la procesión desciende por la cuesta hasta alcanzar la iglesia de Santiago del Burgo, primer lugar de estación donde se reza la Corona Dolorosa, antigua oración devocional dedicada a los Siete Dolores de la Virgen María. Este momento de profundo recogimiento permite a cofrades y fieles meditar sobre los sufrimientos de María ante la Pasión de su Hijo.
Tras la estación en Santiago del Burgo, el cortejo prosigue su camino hasta la Plaza Mayor, corazón neurálgico de la ciudad y escenario de los momentos más emotivos de la procesión. En el centro de la plaza, bajo la atenta mirada de miles de zamoranos y visitantes que llenan el espacio y los balcones circundantes, se canta el Stabat Mater, secuencia litúrgica medieval que narra el dolor de María al pie de la cruz. Las voces del coro se elevan en la noche mientras las imágenes permanecen detenidas, creando un instante de emoción colectiva que cada año estremece a cuantos lo presencian.
Tras el Stabat Mater, se entona la Salve Popular, canto tradicional zamorano que constituye una de las señas de identidad de la Semana Santa de la ciudad. La Salve, interpretada por el Coro Sacro Jerónimo Aguado, envuelve las imágenes en un manto sonoro de fervor y devoción, mientras el silencio respetuoso del público solo se interrumpe por algún sollozo contenido. Este momento representa la culminación espiritual del desfile, el instante en que la fe popular se manifiesta con mayor intensidad.
Desde la Plaza Mayor, la procesión emprende el camino de regreso hacia el templo de San Vicente, recorriendo las estrechas calles medievales del primer ensanche de la ciudad. El cortejo se desarrolla en absoluto silencio, roto únicamente por el sonido de los pasos sobre el empedrado y el crepitar de las hachas de cera. Las fachadas de piedra reflejan la luz vacilante de las velas, creando sombras danzantes que acentúan el carácter dramático de la noche. La procesión concluye con la entrada de las imágenes en la iglesia, mientras los cofrades se despiden de Nuestra Madre hasta el año siguiente.
Recomendaciones prácticas
Quienes deseen presenciar la procesión de la Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias deben tener en cuenta que se trata del último desfile del Viernes Santo, desarrollándose en plena noche. Es aconsejable llevar ropa de abrigo, pues las temperaturas en Zamora durante esta época del año suelen ser frías, especialmente a partir de las once de la noche. El calzado cómodo resulta imprescindible si se desea seguir el recorrido completo, dado que las calles del casco antiguo presentan empedrados irregulares y pendientes pronunciadas.
Para disfrutar de los momentos más emotivos, se recomienda situarse en la Plaza Mayor con antelación suficiente, pues este espacio se llena completamente mucho antes de la llegada de la procesión. La entrada de las imágenes por cualquiera de las bocacalles que desembocan en la plaza constituye un espectáculo visual de gran belleza, especialmente cuando la luz de los hachones ilumina las fachadas históricas que rodean el espacio. Alternativamente, la estación en Santiago del Burgo ofrece un ambiente más recogido e íntimo para quienes prefieran vivir la procesión desde una perspectiva más contemplativa.
En cuanto al alojamiento, Zamora cuenta con una amplia oferta hotelera que incluye desde establecimientos de cinco estrellas hasta hostales y pensiones económicas. Durante la Semana Santa es imprescindible reservar con meses de antelación, pues la ciudad recibe decenas de miles de visitantes y las plazas se agotan rápidamente. Los hoteles situados en el casco histórico ofrecen la ventaja de la proximidad a los principales escenarios procesionales, aunque sus precios suelen ser más elevados. Las zonas de expansión moderna también disponen de buenos hoteles con tarifas más asequibles y fácil acceso en vehículo.
El transporte hasta Zamora resulta sencillo desde las principales ciudades españolas. La ciudad cuenta con estación de autobuses con conexiones regulares a Madrid, Valladolid, Salamanca y otros destinos. El acceso por carretera es excelente, situándose Zamora en importantes ejes de comunicación como la A-66 (Autovía Ruta de la Plata) y la A-6. Quienes lleguen en vehículo propio deben saber que el estacionamiento en el casco histórico está muy restringido, siendo recomendable utilizar los aparcamientos públicos situados en el entorno del centro o las zonas de aparcamiento regulado.
La gastronomía zamorana constituye otro de los grandes atractivos para el visitante. Durante la Semana Santa, los platos tradicionales de vigilia incluyen el bacalao en sus múltiples preparaciones, siendo especialmente apreciado el bacalao a la tranca, receta local que se elabora con ajo, pimentón y guindilla. Las truchas del Duero, las anguilas y los cangrejos de río completan la oferta de pescado. Los postres conventuales, elaborados por las monjas de clausura de la ciudad, son exquisitos: las famosas rebozadas (torrijas zamoranas), los lazos de San Guillermo o las rosquillas de Alcañices endulzan el paladar del peregrino.
El ambiente sensorial que envuelve la procesión de Nuestra Madre resulta único e inolvidable. El aroma del incienso se mezcla con la cera derretida de los hachones, mientras el olor característico de la piedra húmeda impregna las calles estrechas del casco antiguo. El silencio nocturno apenas roto por pasos y murmullos crea una atmósfera de recogimiento que contrasta con el bullicio diurno de la ciudad. Cuando las voces del coro elevan el Stabat Mater en la Plaza Mayor, muchos visitantes confiesan sentir un escalofrío que trasciende lo puramente religioso para convertirse en experiencia estética y emocional profunda.
Celebraciones y actos cultuales
Aunque la procesión del Viernes Santo constituye el momento más visible de la actividad cofradiera, la Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias mantiene un intenso calendario de actos religiosos y sociales durante todo el año. La devoción a la imagen titular se manifiesta de forma constante en la capilla de San Vicente, donde numerosos fieles acuden diariamente a encender velas y presentar sus plegarias ante Nuestra Madre.
El 15 de septiembre, solemnidad de Nuestra Señora de los Dolores, la cofradía celebra su festividad titular con una solemne función religiosa en la iglesia de San Vicente. Este día, que recuerda los Siete Dolores de la Virgen María, constituye una de las fechas más importantes del calendario cofradiero. La celebración eucarística reúne a la junta directiva, hermanos y devotos en un acto de renovación de su compromiso con la hermandad y su advocación mariana.
Durante la Cuaresma, la cofradía organiza diversos actos preparatorios de la Semana Santa, incluyendo conferencias, charlas formativas y ejercicios espirituales destinados a los cofrades. Estos encuentros buscan profundizar en el significado teológico y devocional de la Pasión de Cristo y los Dolores de María, fomentando una vivencia más consciente y comprometida de la fe que se manifestará después en la procesión del Viernes Santo.
La hermandad también participa activamente en las iniciativas benéficas y sociales de la ciudad, manteniendo vivo el espíritu caritativo que caracterizó a las antiguas cofradías. El lema «Consuelo de los Desamparados», que formaba parte de la denominación histórica de la hermandad, continúa inspirando acciones de solidaridad con los más necesitados, colaborando con entidades asistenciales y proyectos de ayuda social.
Aspectos singulares
La Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias atesora numerosas particularidades que la distinguen dentro del panorama cofradiero zamorano. Una de las más destacadas es su carácter de hermandad pionera en la igualdad. En 2004, la aprobación de una reforma estatutaria equiparó plenamente los derechos de hermanos y hermanas, permitiendo a las mujeres vestir túnica y caperuz y participar en todos los cargos y funciones de la cofradía. Esta medida, adelantada a su tiempo, culminó en 2010 con la incorporación de la primera plantilla mixta de cargadores de toda la Semana Santa de Zamora, hecho que marcó un antes y un después en la modernización de las tradiciones cofradieras.
La relación de la cofradía con la Casa Real española constituye otro elemento singular de su historia. El rey Alfonso XIII ostentó el título de hermano de honor, mientras que la reina emérita doña Sofía fue nombrada camarera de honor de la imagen titular en 1972, cuando todavía era princesa de Asturias. Esta vinculación regia quedó refrendada en 2015, cuando Sus Majestades los Reyes Felipe VI y Letizia aceptaron la presidencia de honor del VI Congreso Nacional de Hermandades y Cofradías de las Angustias, celebrado en Zamora. Tres años después, en 2018, la Casa Real concedió el título de «Real» a la cofradía, distinción que viene a subrayar su importancia histórica y su relevancia dentro del catolicismo español.
El peculiar hermanamiento con la Cofradía del Perdigón, municipio zamorano donde se conserva la antigua imagen de Nuestra Madre anterior a la obra de Ramón Álvarez, representa otro vínculo histórico de gran valor. Esta imagen del siglo XVII, que presidió la devoción zamorana durante siglos antes de trasladarse a El Perdigón, constituye un testimonio material de la antigüedad de la advocación y mantiene viva la memoria de los orígenes de la hermandad. El hermanamiento, celebrado en 2012 durante el VI Centenario, simboliza la continuidad histórica y la permanencia de la devoción a través de los siglos.
La cofradía conserva como tesoro patrimonial diversos objetos de gran valor histórico y artístico. El estandarte bordado en oro con la inscripción de la fundación por San Vicente Ferrer, las antiguas hachas procesionales, los libros de reglas y acuerdos que se salvaron del incendio de 1550, y la documentación que registra siglos de historia cofradiera constituyen un archivo de incalculable valor para comprender la evolución de la religiosidad popular zamorana. La corona de plata y oro con la que fue coronada canónicamente Nuestra Madre en 2014, diseñada por Javier Lozano y Javier Casaseca y realizada por un taller orfebre sevillano, representa la última gran incorporación al patrimonio artístico de la hermandad.
Una anécdota curiosa relaciona a la cofradía con el imaginero Ramón Álvarez. Según la tradición oral, cuando el escultor finalizó la imagen de Nuestra Madre en 1879, estaba tan satisfecho con el resultado que se negó a cobrar el precio estipulado, considerando que la obra superaba en mucho el valor económico convenido. Finalmente aceptó una cantidad simbólica, manifestando que esta imagen era un regalo a su ciudad y a la devoción popular. Sea o no cierta esta historia, refleja el profundo aprecio que los zamoranos sienten por su Nuestra Madre y la veneración que despierta esta obra maestra del arte religioso decimonónico.
El canto de la Salve en la Plaza Mayor constituye otra de las señas de identidad de esta procesión. La interpretación que realiza el Coro Sacro Jerónimo Aguado sigue una melodía tradicional transmitida generación tras generación, diferente de la versión que se canta en otras procesiones zamoranas. Esta peculiaridad musical, junto con el momento nocturno en que se desarrolla el acto y el marco incomparable de la Plaza Mayor iluminada, convierte este instante en uno de los más recordados por cuantos lo presencian.
Preguntas frecuentes
¿Cuándo fue fundada la Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias?
Según la tradición, la cofradía fue fundada en 1412 por San Vicente Ferrer durante su visita a Zamora. Aunque este origen no está documentado debido a un incendio que destruyó el archivo en 1550, la primera documentación fidedigna data de 1579, cuando ya existía como hermandad establecida en la iglesia de San Vicente.
¿Qué día y a qué hora procesiona Nuestra Madre de las Angustias?
La procesión tiene lugar en la noche del Viernes Santo, partiendo de la iglesia de San Vicente Mártir a las 23:00 horas. Es la última procesión de la Semana Santa zamorana y se desarrolla en un ambiente de profundo recogimiento nocturno.
¿Quién realizó la imagen de Nuestra Madre de las Angustias?
La imagen actual fue realizada por el escultor zamorano Ramón Álvarez Prieto en 1879. Se trata de una imagen de vestir que representa a la Virgen de la Piedad sosteniendo en su regazo el cuerpo yacente de Cristo. La obra destaca por su expresividad y por la maestría técnica en la talla del Cristo, realizado con un vaciado de apenas 5 milímetros de grosor en algunos puntos.
¿Cuántos hermanos tiene la cofradía actualmente?
La Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias cuenta con aproximadamente 4.500 hermanos, siendo una de las hermandades con mayor número de miembros de toda la Semana Santa de Zamora. Este elevado número de cofrades refleja la profunda devoción que la imagen despierta en la ciudad.
¿Por qué se llama Real Cofradía?
El título de «Real» fue concedido por la Casa de Su Majestad el Rey Felipe VI en noviembre de 2018, en reconocimiento a la importancia histórica y devocional de la hermandad. Esta distinción se basa en la vinculación centenaria con la Casa Real: Alfonso XIII fue hermano de honor y la reina emérita doña Sofía es camarera de honor de la imagen desde 1972.
¿Qué representa el emblema del corazón atravesado por siete espadas?
El emblema simboliza los Siete Dolores de la Virgen María, también conocidos como las Siete Angustias: la profecía de Simeón, la huida a Egipto, la pérdida del Niño Jesús en el templo, el encuentro con Jesús camino del Calvario, la crucifixión, el descendimiento de la cruz y la sepultura. Este símbolo es común en las cofradías de la advocación de las Angustias en toda España.
¿Pueden las mujeres vestir túnica en esta cofradía?
Sí, desde la reforma estatutaria de 2004 las mujeres pueden elegir entre vestir túnica blanca con caperuz negro, igual que los hombres, o mantener la tradición de desfilar de riguroso luto con vela y tulipa. Esta cofradía fue pionera en Zamora en la plena equiparación de derechos entre hermanos y hermanas.
¿Dónde se puede visitar la imagen de Nuestra Madre fuera de la Semana Santa?
La imagen se venera durante todo el año en la capilla de Nuestra Madre de las Angustias, adosada a la iglesia parroquial de San Vicente Mártir, en la Plazuela del Fresco número 2 de Zamora. La capilla permanece abierta en horario de culto, permitiendo a devotos y visitantes presentar sus oraciones ante la imagen.
Enlaces de interés
- Sitio web oficial de la Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias
- Junta Pro Semana Santa de Zamora
- Turismo de Zamora – Ayuntamiento de Zamora
- Diócesis de Zamora
- Iglesia de San Vicente Mártir – Románico Zamora
Cofradías
Cofradía de Jesús del Vía Crucis
Cofradía de Jesús Nazareno
Cofradía de la Santa Vera Cruz, Disciplina y Penitencia
Cofradía de la Santísima Resurrección
Cofradía de la Virgen de la Esperanza
Hermandad de Jesús en su Tercera Caída
Hermandad Penitencial de las Siete Palabras
Hermandad Penitencial de Nuestro Señor Jesús, Luz y Vida
Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Buena Muerte
Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo del Amparo
Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo del Espíritu Santo
Penitente Hermandad de Jesús Yacente
Real Cofradía de Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén
Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias
Real Cofradía del Santo Entierro
Real Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias
Sección de Damas de la Virgen de la Soledad