Cofradía de la Santísima Resurrección

La Cofradía de la Santísima Resurrección representa el momento culminante y más jubiloso de la Semana Santa de Zamora. Su procesión, que tiene lugar en la mañana del Domingo de Resurrección, transforma las calles del casco antiguo zamorano en un escenario de alegría, luz y celebración, marcando el final de los días de luto y recogimiento para dar paso al triunfo de la vida sobre la muerte. Con raíces que se hunden en el medievo zamorano, esta hermandad conserva una de las tradiciones más queridas y singulares de la ciudad: el Encuentro entre Cristo Resucitado y su Madre en la Plaza Mayor, un instante de emoción colectiva que cada año congrega a miles de zamoranos y visitantes.

Fachada de la iglesia de Santa María de la Horta en Zamora
Fachada de la iglesia de Santa María de la Horta en Zamora. Foto de José Luis Filpo Cabana, Wikimedia Commons (CC BY 3.0).

A diferencia de otras cofradías de Semana Santa, sus miembros no visten hábitos penitenciales sino sus mejores ropas de domingo, portando varas niqueladas adornadas con las primeras flores de la primavera. Esta procesión no solo clausura litúrgicamente la Pasión zamorana, sino que abre las puertas a una celebración gastronómica única con el tradicional dos y pingada, plato emblemático que marca el fin del ayuno cuaresmal en los bares y hogares del barrio de la Horta y toda la ciudad.

Raíces y evolución

Los orígenes de la Cofradía de la Santísima Resurrección se remontan al menos al siglo XVI, aunque resulta complejo establecer una fecha fundacional precisa debido a la escasez documental de aquella época y a las múltiples transformaciones que ha experimentado la hermandad a lo largo de los siglos. Existen referencias documentales del año 1544 que mencionan la existencia de una cofradía de Nuestra Señora de la Purificación y del Rosario, con sede en la parroquia de Santa María de la Horta, que ya organizaba una procesión de Resurrección y celebraba el Encuentro en la Plaza Mayor de Zamora.

Estos primeros testimonios históricos revelan que la celebración pascual tenía entonces un marcado carácter festivo y popular, con elementos ceremoniales que se han mantenido con sorprendente continuidad hasta nuestros días. Particularmente significativa resulta la documentación de 1619, donde se registra que varios cofrades celebraban el Encuentro disparando «zuizas» o «suizas», una expresión festiva que imitaba las batallas de la Guardia Suiza y que algunos estudiosos han interpretado como una forma de gastar alegremente el dinero sobrante en pólvora para expresar júbilo. Esta tradición, que hoy pervive en forma de salvas de escopeta desde los balcones de la Plaza Mayor, conecta directamente con aquel fervor medieval.

Documentalmente, la cofradía tal como la conocemos hoy se constituye de manera formal en 1776, fecha a partir de la cual pueden seguirse con mayor precisión sus vicisitudes institucionales. Como tantas hermandades españolas, atravesó épocas de esplendor alternadas con periodos de declive y penuria económica. La invasión napoleónica de inicios del siglo XIX supuso un duro golpe para la vida cofrade zamorana, al igual que las turbulencias políticas y sociales de mediados de esa centuria, que provocaron el debilitamiento de muchas instituciones religiosas populares.

La recuperación definitiva de la cofradía comenzó en 1851, cuando un grupo de devotos del barrio de la Horta impulsó su reorganización. A partir de entonces, el crecimiento fue constante tanto en número de cofrades como en el enriquecimiento de su cortejo procesional y sus manifestaciones ceremoniales. Este resurgir coincidió con el periodo de mayor creatividad del imaginero Ramón Álvarez, cuya obra marcaría para siempre la identidad visual de la Semana Santa zamorana. La cofradía le encargó en 1872 la talla del Cristo Resucitado que hoy procesiona, consolidando así su patrimonio artístico y devocional.

A lo largo del siglo XX, la hermandad continuó su desarrollo hasta convertirse en una de las más queridas y numerosas de Zamora, con aproximadamente 1.500 cofrades en la actualidad. Un hito importante en su historia moderna fue la admisión de mujeres como cofrades de pleno derecho en 1978, decisión ratificada por el obispo en 1980, adelantándose así a otras muchas hermandades españolas en materia de igualdad.

Templo de referencia

La iglesia de Santa María de la Horta, también conocida simplemente como iglesia de la Horta, es la sede canónica de la Cofradía de la Santísima Resurrección y el templo desde el cual parten y regresan las imágenes cada Domingo de Resurrección. Se trata de una magnífica construcción románica iniciada a finales del siglo XII, que combina elementos del románico tardío con detalles del gótico incipiente, posiblemente de influencia abulense.

Indumentaria distintiva

Una de las características más singulares y reconocibles de la Cofradía de la Santísima Resurrección es que sus miembros no visten hábito procesional específico, sino sus mejores «ropas de domingo», un atuendo tradicional que simboliza la solemnidad festiva del Domingo de Resurrección. Este detalle confiere a la procesión un aire especial y cercano, diferenciándola radicalmente de las procesiones de luto y penitencia que han marcado los días previos de la Semana Santa zamorana.

El hecho de procesionar con vestimenta civil refleja el carácter popular y comunitario de esta celebración, donde cada cofrade participa como miembro activo de su barrio y de su comunidad parroquial, sin la barrera visual del hábito que oculta la identidad personal. Es una manera de expresar que la Resurrección es motivo de alegría para todos, no solo para una hermandad específica, sino para toda la comunidad cristiana.

Como distintivo procesional, los cofrades portan una vara niquelada rematada con una pequeña imagen del Resucitado y adornada con las primeras flores de la primavera: lilas, claveles, narcisos y otras variedades que florecen en estas fechas pascuales. Este gesto sencillo pero profundamente simbólico evoca la renovación de la naturaleza y la nueva vida en Cristo, destacando el carácter festivo y triunfal de la procesión. El colorido de las flores contrasta con la austeridad cromática de las procesiones de días anteriores, anunciando visualmente que ha llegado el tiempo de la alegría.

Durante el desarrollo procesional, especialmente en el momento del Encuentro en la Plaza Mayor, los cofrades alzan sus varas floridas hacia el cielo en un gesto unánime de júbilo, creando una imagen inolvidable que simboliza la victoria sobre la muerte y la esperanza en la vida eterna.

Tesoro escultórico

La Cofradía de la Santísima Resurrección custodia dos imágenes procesionales de extraordinario valor artístico y devocional, ambas obra de destacados escultores zamoranos separados por más de un siglo pero unidos por su profunda comprensión de la imaginería religiosa popular.

Jesús Resucitado (Ramón Álvarez, 1872)

La imagen titular de la cofradía es obra del célebre imaginero zamorano Ramón Álvarez Prieto, quien la talló en 1872 (aunque algunas fuentes citan 1873) sustituyendo a una antigua imagen de bulto que se había deteriorado con el paso del tiempo. Ramón Álvarez, nacido en Coreses en 1825 y fallecido en Zamora en 1889, es considerado el artista que transformó la Semana Santa zamorana dotándola de una personalidad escultórica única.

La talla representa a Cristo triunfante sobre el Sepulcro, en actitud victoriosa y gloriosa. La figura se presenta de pie, con las potencias sobre la cabeza que simbolizan su naturaleza divina, y porta un banderín en la mano izquierda, estandarte de su victoria sobre la muerte. La imagen viste un magnífico manto de terciopelo rojo bordado en oro, que simboliza tanto la realeza de Cristo como la gloria de la Resurrección. El rojo, color tradicionalmente asociado al triunfo y al poder, contrasta con los tonos oscuros y morados de las procesiones de Viernes Santo.

Según la tradición local, para modelar el rostro y la figura del Resucitado, el imaginero tomó como modelo a un vecino mudo del barrio de la Horta, detalle que aunque no está documentado fehacientemente, forma parte del rico anecdotario popular que rodea a las grandes obras de arte religioso zamorano. Lo cierto es que Álvarez logró plasmar en el semblante de Cristo una expresión de serenidad y majestuosidad que ha calado hondamente en la devoción popular.

Actualmente, la imagen desfila sobre una mesa tallada por Manuel Rivas en 1962, que sustituye al primitivo andas procesional. Durante el resto del año, la talla se custodia en el Museo de Semana Santa de Zamora, donde puede ser contemplada junto a otras obras maestras de la imaginería procesional zamorana.

Virgen del Encuentro o Virgen de la Alegría

La segunda imagen titular es la Virgen del Encuentro, también conocida como Virgen de la Alegría, obra del escultor zamorano Higinio Vázquez García, realizada en 1993. Nacido en la localidad zamorana de El Pego en 1930, Higinio Vázquez es uno de los grandes maestros de la escultura religiosa española contemporánea, formado en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y posteriormente en la Escuela de Sevilla, especializándose en imaginería.

Esta imagen de madera policromada representa a la Madre en actitud de encuentro hacia su Hijo, con los brazos extendidos en un gesto de alegría contenida y emoción maternal. La talla sustituye a dos imágenes anteriores: una procedente de los talleres de Olot y otra realizada por Florentino Trapero, ninguna de las cuales lograba transmitir con suficiente intensidad el momento de júbilo pascual.

El detalle más significativo y emotivo de esta imagen es que durante la primera parte de la procesión luce un manto negro que simboliza el luto maternal por la muerte de Cristo. Sin embargo, en el momento del Encuentro en la Plaza Mayor, cuando la Virgen se reúne con su Hijo resucitado, le es retirado ceremonialmente el manto negro, revelando las vestiduras festivas que porta debajo. Este cambio visual es uno de los instantes de mayor carga simbólica y emotiva de toda la Semana Santa zamorana, representando la transformación del dolor en alegría, de las tinieblas en luz.

Higinio Vázquez ha realizado otras importantes obras para la Semana Santa de Zamora, como los grupos de la Coronación de Espinas y el Lavatorio para la Cofradía de la Vera Cruz, consolidando así su posición como continuador contemporáneo de la gran tradición imaginera zamorana.

Desfile procesional: dos caminos, un destino

La procesión de la Cofradía de la Santísima Resurrección se desarrolla durante la mañana del Domingo de Resurrección, generalmente comenzando a las 9:00 horas desde la iglesia parroquial de Santa María de la Horta. Lo verdaderamente singular y emotivo de este desfile es que las dos imágenes titulares —Jesús Resucitado y la Virgen del Encuentro— siguen recorridos diferentes por las calles del casco antiguo zamorano hasta confluir en la Plaza Mayor para protagonizar el momento culminante del Encuentro.

La salida de ambas imágenes desde el mismo templo tiene lugar con una diferencia aproximada de quince minutos. Jesús Resucitado parte en primer lugar, acompañado por el tamborilero de la cofradía que interpreta música festiva y alegre, marcando así desde el inicio el tono jubiloso de la jornada. El himno nacional suena en el momento de la salida, tradición que se mantiene desde hace décadas y que añade solemnidad cívica al acto religioso.

El itinerario del Cristo Resucitado discurre por la Plaza de San Julián del Mercado, calle La Plata, Zapatería, Plaza de Santa Lucía, calle de Vigo, Cuesta del Pizarro, hasta llegar a la Plaza de Fray Diego de Deza, donde realiza un descanso de aproximadamente 20-25 minutos. Este descanso en la plaza es todo un acontecimiento festivo: en la casa del pintor Antonio Pedrero se ofrecen churros y aguardiente a los cofrades y asistentes, mientras se bailan las primeras jotas de la primavera, consideradas por muchos como el arranque de la primera romería pascual del año en Zamora. Tras este alto en el camino, la procesión continúa por el Arco de San Ildefonso, Rúa de los Notarios o de los Francos, plaza de Viriato, calle Ramos Carrión, hasta hacer su entrada triunfal en la Plaza Mayor.

Por su parte, la Virgen del Encuentro sale unos minutos después del Cristo y sigue un recorrido completamente distinto. Cubierta con su manto negro de luto, la imagen es acompañada por marchas fúnebres que contrastan dramáticamente con la música festiva que acompaña a su Hijo. Este contraste sonoro y visual es profundamente simbólico: mientras Cristo ha vencido ya a la muerte, la Madre aún no lo sabe y camina con el dolor de quien ha perdido a un hijo.

El itinerario de la Virgen transcurre por calle de la Horta, San Juan de las Monjas (también llamado San Juan del Mercadeo), Cuesta del Piñedo, Plaza Santa Eulalia, calle Santa Eulalia (o Santa Olaya), Viriato, Plaza Sagasta, San Torcuato, hasta la calle Santiago, donde también realiza un descanso de unos 20 minutos. Desde allí prosigue por Santa Clara, nuevamente Sagasta, calle Renova, hasta hacer su entrada en la Plaza Mayor por el lado opuesto al que lo hace el Cristo.

La mayor parte de estos recorridos se desarrolla por las calles típicas de la antigua Puebla del Valle, ese barrio medieval de casas bajas y calles empedradas donde se asentaban los gremios artesanales zamoranos (zapateros, herreros, alfareros, tejedores…), y que aún conserva el sabor y la arquitectura popular de aquella época. Caminar tras estas procesiones es retroceder en el tiempo por un Zamora auténtico y tradicional.

El Encuentro: momento culminante en la Plaza Mayor

El Encuentro entre Cristo Resucitado y la Virgen en la Plaza Mayor de Zamora constituye sin duda el instante de mayor intensidad emocional y simbólica de toda la Semana Santa zamorana. Tras recorrer caminos separados por las calles del casco antiguo, ambas imágenes convergen en la plaza principal de la ciudad, generalmente sobre las 11:00-11:30 horas, ante la expectación de miles de personas que abarrotan el espacio.

Cuando ambos cortejos llegan a la plaza desde direcciones opuestas, se produce un momento de suspense contenido. Las imágenes avanzan lentamente una hacia la otra mientras la multitud aguarda en silencio. Al producirse el encuentro, la emoción estalla en forma de una súbita explosión de alegría: comienzan a sonar las campanas de todas las iglesias zamoranas, estalla la música festiva, los cofrades alzan sus varas floridas hacia el cielo, y desde los balcones que rodean la plaza se disparan salvas de escopeta, las famosas «zuizas» o «suizas» documentadas ya en el siglo XVII.

En ese preciso instante, y ante la mirada emocionada del público, se retira ceremonialmente el manto negro de la Virgen, revelando sus vestiduras festivas. Este gesto simboliza la transformación del dolor maternal en alegría pascual, del luto en celebración. Es un momento de profundo significado teológico y humano que año tras año conmueve tanto a los devotos como a los visitantes ocasionales.

Tras el Encuentro, ambas imágenes realizan juntas la tradicional Reverencia y dan la vuelta completa a la Plaza Mayor, ya unidas definitivamente, mientras el público aplaude y vitorea. Este recorrido circular por la plaza es toda una demostración de fervor popular. Posteriormente, el cortejo conjunto desciende por la emblemática calle Balborraz —una de las más antiguas y pintorescas de Zamora, con su pronunciada pendiente empedrada— y continúa por La Plata y San Julián del Mercado hasta regresar al templo de salida, la iglesia de Santa María de la Horta.

La bajada por Balborraz, con ambas imágenes ya reunidas y los cofrades alzando sus varas floridas, conforma una de las estampas más hermosas y fotografiadas de la Semana Santa zamorana, combinando el patrimonio arquitectónico del casco antiguo con la manifestación viva de la devoción popular.

Celebraciones y actos complementarios

La Cofradía de la Santísima Resurrección mantiene una actividad que va más allá del desfile procesional del Domingo de Resurrección, aunque ciertamente ese sea su momento de mayor visibilidad pública. Como hermandad radicada en el barrio de la Horta, mantiene estrechos vínculos con la vida parroquial de Santa María de la Horta a lo largo de todo el año.

Al finalizar la procesión y una vez que las imágenes han sido devueltas a su lugar en el templo, se celebra una solemne Misa Mayor en acción de gracias por la Resurrección del Señor. Esta eucaristía congrega a cofrades, autoridades locales y devotos en un ambiente de recogimiento festivo que contrasta con la bulliciosa alegría de las calles minutos antes.

Tras la celebración litúrgica, los mayordomos del año —que son los responsables de la organización anual de la cofradía— ofrecen un refrigerio a las autoridades civiles y eclesiásticas, a los cofrades y al resto de vecinos del barrio de la Horta. Este convite tradicional consiste en frutos secos, pastas, bebidas y otros productos típicos de la repostería zamorana, como las aceitadas. Es un acto de hospitalidad y hermandad que refuerza los lazos comunitarios en un ambiente distendido y alegre.

La cofradía también participa en otros actos religiosos y culturales organizados por la Junta Pro Semana Santa de Zamora, el órgano coordinador de todas las hermandades y cofradías de la ciudad. Asimismo, colabora en la conservación y difusión del patrimonio histórico y artístico asociado a la Semana Santa zamorana, incluyendo las obras custodiadas en el Museo de Semana Santa.

Singularidades y tradiciones

La Cofradía de la Santísima Resurrección atesora numerosas particularidades que la convierten en una hermandad única dentro del panorama cofrade español. Más allá de los aspectos ya mencionados, existen detalles históricos, anécdotas y costumbres que merecen ser destacados para comprender la profunda impronta que esta cofradía ha dejado en la identidad zamorana.

Las zuizas o suizas: Como ya se ha indicado, la tradición de disparar salvas de escopeta en el momento del Encuentro tiene un origen documentado en el siglo XVII. El término «zuiza» o «suiza» hace referencia a la Guardia Suiza papal, y estos disparos ceremoniales imitaban las batallas o ejercicios militares de aquella famosa guardia. Algunos cronistas han interpretado que era también una forma festiva de «gastar el dinero sobrante en pólvora», expresando así de manera ruidosa y visible la alegría del momento. Aunque en otros lugares de España existen tradiciones similares, la de Zamora destaca por su antigüedad documentada y por haberse mantenido ininterrumpidamente a lo largo de los siglos.

Pionera en igualdad: La cofradía fue una de las primeras de Zamora en admitir a mujeres como cofrades de pleno derecho en 1978, decisión ratificada por el obispo en 1980. Este adelanto respecto a otras hermandades españolas, donde la participación femenina tardó décadas más en normalizarse, refleja el carácter abierto y comunitario de esta cofradía, más centrada en la celebración festiva y popular que en formalismos jerárquicos.

El barrio de la Horta: La vinculación de la cofradía con su barrio de origen es fortísima. La antigua Puebla del Valle, donde se asienta el templo de Santa María de la Horta, era en época medieval la zona donde vivían y trabajaban los gremios artesanales zamoranos. Aunque hoy día es un barrio residencial más del casco antiguo, conserva ese espíritu de comunidad vecinal fuertemente cohesionada, que se manifiesta especialmente en las festividades religiosas. Los vecinos del barrio sienten la cofradía como algo propio, y muchas familias han transmitido de generación en generación la pertenencia a la hermandad.

Música contrastada: El uso simultáneo de música festiva para acompañar al Cristo Resucitado y de marchas fúnebres para la Virgen enlutada, hasta que ambas se encuentran, es un recurso dramático y catequético de gran efectividad. Este contraste sonoro, que se extiende a lo largo de hora y media, prepara emocionalmente a los asistentes para el momento del Encuentro, cuando toda la música se vuelve jubilosa.

Las varas floridas: Aunque pueda parecer un detalle menor, las varas adornadas con flores de primavera que portan los cofrades tienen un profundo simbolismo. En la tradición cristiana, las flores que brotan en primavera son símbolo de resurrección y vida nueva. El hecho de que cada cofrade personalice su vara con las flores que más le gustan o que ha cultivado en su jardín, añade un toque personal y emotivo a la participación en la procesión.

Guía práctica para visitantes

Alojamiento: Zamora cuenta con una amplia oferta hotelera que se complementa con apartamentos turísticos y hostales en el casco antiguo. Para el fin de semana de Semana Santa, especialmente si incluye el Domingo de Resurrección, es recomendable reservar con meses de antelación. El barrio de la Horta y sus alrededores ofrecen la posibilidad de alojarse cerca del punto de salida de la procesión, mientras que la zona de la Plaza Mayor y la Avenida de Portugal concentran la mayor parte de la oferta hotelera de categoría superior.

Cómo llegar: Zamora está bien comunicada por carretera, a través de la autovía A-66 (Ruta de la Plata) que conecta Sevilla con Gijón, y la A-11 que la une con Madrid. La estación de autobuses recibe conexiones frecuentes desde ciudades como Salamanca, Valladolid, León y Madrid. La ciudad también dispone de estación de ferrocarril con servicios regionales, aunque las conexiones en tren son menos frecuentes que las de autobús. El casco antiguo es peatonal en su mayor parte, por lo que conviene dejar el vehículo en alguno de los aparcamientos públicos periféricos.

Vestimenta recomendada: El Domingo de Resurrección suele ser una jornada de buen tiempo, con temperaturas agradables propias de la primavera castellana, aunque no está de más llevar algo de abrigo para las primeras horas de la mañana. Dado que la procesión es matinal y el Encuentro tiene lugar antes del mediodía, es recomendable vestir ropa cómoda pero no excesivamente informal, respetando el carácter religioso del acto. Calzado cómodo es imprescindible si se quiere seguir el recorrido completo o visitar después otros puntos de interés del casco antiguo.

Gastronomía pascual: La mañana del Domingo de Resurrección es el momento perfecto para degustar el dos y pingada, el plato más emblemático de la Pascua zamorana. Este contundente almuerzo consiste en dos huevos fritos, dos o más lonchas de magro de cerdo o jamón pasadas por la sartén, todo ello acompañado de pan tostado o frito. Algunos establecimientos añaden chorizo zamorano, morcilla, panceta o costillas, convirtiendo el plato en un auténtico festín. Las torrijas y las aceitadas (dulces típicos de Semana Santa elaborados con aceite, harina, anís y huevo) completan el menú tradicional. Prácticamente todos los bares y restaurantes de Zamora, especialmente los del barrio de la Horta, ofrecen el dos y pingada en esta fecha, y es habitual que cuelguen el cartel de «completo» debido a la gran demanda. Esta tradición gastronómica, que se remonta a hace más de setenta años, marca el fin del ayuno cuaresmal y es una forma sabrosa de celebrar la Resurrección.

Ambiente sensorial: La experiencia de vivir el Domingo de Resurrección en Zamora es intensamente sensorial. El aroma del incienso se mezcla con el de las flores primaverales que adornan las varas de los cofrades. Los olores que emanan de bares y restaurantes —aceite caliente, huevos fritos, carne a la plancha— impregnan las calles cercanas a la Plaza Mayor. El sonido festivo de las dulzainas y tamboriles contrasta con el silencio recogido de las procesiones nocturnas de días anteriores. El colorido de las flores, las vestiduras rojas del Cristo, el cambio del manto negro al festivo de la Virgen, la arquitectura románica de Santa María de la Horta iluminada por el sol de la mañana… todo contribuye a crear una atmósfera única que permanece en la memoria de quien la vive.

Preguntas frecuentes

¿Cuándo se celebra la procesión de la Cofradía de la Santísima Resurrección?

La procesión tiene lugar en la mañana del Domingo de Resurrección, que es el domingo posterior al Viernes Santo. La salida desde la iglesia de Santa María de la Horta suele ser a las 9:00 horas, y el Encuentro en la Plaza Mayor se produce habitualmente sobre las 11:00-11:30 horas.

¿Por qué los cofrades no llevan hábito sino ropa de calle?

Esta es una de las singularidades más características de la cofradía. Los miembros procesionan con sus mejores «ropas de domingo» como símbolo de la alegría y solemnidad festiva del Domingo de Resurrección, diferenciándose así de las procesiones penitenciales de días anteriores. Esta costumbre refleja el carácter popular y comunitario de la celebración pascual.

¿Qué son las «zuizas» o «suizas» que se disparan en el Encuentro?

Las zuizas son salvas de escopeta que se disparan desde los balcones de la Plaza Mayor en el momento del Encuentro entre Cristo Resucitado y la Virgen. Esta tradición, documentada desde 1619, imita las antiguas batallas de la Guardia Suiza y representa una forma festiva y sonora de expresar la alegría pascual. El estruendo de los disparos, unido a las campanas y la música, crea un ambiente de júbilo colectivo.

¿Quién talló las imágenes que desfilan en la procesión?

El Cristo Resucitado es obra del imaginero zamorano Ramón Álvarez, realizada en 1872, mientras que la Virgen del Encuentro o Virgen de la Alegría fue tallada por el escultor Higinio Vázquez en 1993. Ambas obras representan dos momentos diferentes de la imaginería religiosa zamorana, separadas por más de un siglo pero unidas por su calidad artística y su capacidad de conectar con la devoción popular.

¿Dónde puedo ver las imágenes fuera de Semana Santa?

Durante el resto del año, las imágenes se custodian en el Museo de Semana Santa de Zamora, ubicado junto a la iglesia románica de Santa María la Nueva. Este museo, único en España por sus características, alberga la mayor parte del patrimonio escultórico de las cofradías zamoranas y constituye una visita imprescindible para comprender la riqueza artística y devocional de la Semana Santa de la ciudad.

¿Qué es el «dos y pingada» y dónde puedo probarlo?

El dos y pingada es el plato gastronómico tradicional del Domingo de Resurrección en Zamora. Consiste en dos huevos fritos con lonchas de magro de cerdo o jamón, acompañados de pan y, en ocasiones, chorizo, morcilla u otros productos de la matanza. Prácticamente todos los bares y restaurantes de Zamora lo ofrecen este día, especialmente en el barrio de la Horta. Es recomendable reservar mesa con antelación debido a la gran demanda.

¿Puedo unirme a la procesión como participante o solo como espectador?

La procesión está formada por los cofrades inscritos en la hermandad, que son aproximadamente 1.500 personas. Sin embargo, cualquier persona puede seguir el recorrido procesional caminando junto al cortejo o acudiendo a puntos estratégicos para contemplarlo. Los lugares más recomendados para presenciar el desfile son la Plaza de Fray Diego de Deza (donde el Cristo realiza su parada festiva), la Plaza Mayor (donde se produce el Encuentro) y la cuesta de Balborraz (para ver el descenso conjunto de ambas imágenes).

¿Cuánto dura la procesión completa?

Desde la salida a las 9:00 horas hasta el regreso a Santa María de la Horta transcurren aproximadamente tres horas, teniendo en cuenta las paradas, el Encuentro en la Plaza Mayor y el recorrido de vuelta. La Misa Mayor posterior añade aproximadamente una hora más, seguida del refrigerio tradicional.

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